Espectáculos
teatro-crÍtica / “federico, homenaje a mÍ mismo”
Bendita música
El actor Sebastián Richard revisita fragmentos de la obra de García Lorca con una vibración acorde con esa sonoridad incomparable
La obra poética de Federico García Lorca tiene la particularidad, acaso única en lengua española, de convertir el lenguaje metafórico profundo del que se nutre, en una fuente de musicalidad incomparable. Las palabras, en el poeta granadino, no sólo son un vehículo poderoso y original poblado de símiles y metáforas de altísima calidad estética, de notable poder lírico y dramático, sino que además adquieren la categoría de notas musicales. Parecen, las palabras según Lorca, como las aguas de un río voluptuoso, que anuncia el peligro inquietante con su murmullo, y a la vez fascina con la promesa de una aventura imposible de soslayar. Poblada de efectos coloristas, la poesía lorquiana sobrevive en sus obras teatrales y de sus charlas y conferencias, bien se entiende en esta pieza que las incluye: y tiene el mismo efecto sensorial de las notaciones musicales. Mucho más que un formalismo forzado, ese fluir es una condición esencial que explica la intensidad con que se transmite a nivel sensitivo cuando se dice en voz alta, y cuando se las dice como el actor protagonista. Richard retoma, dicho por él, el sendero abierto por Alfredo Alcón cuando hizo “Los caminos de Federico” y, despejado aquel recuerdo entre quienes disfrutaron de tamaña interpretación, hace sonar delicadamente su instrumento. El vibrato lorquiano, inconfundible, resuena con intensidad, ondulando elegante en la superficie y anunciando a la vez las secretas turbulencias que solo un espíritu exquisito puede traducir tan bellamente. Richard no le va en zaga: la tensión corporal y los matices de la voz, hacen emerger y desbordan de esa musicalidad de extraña transparencia, más allá de la intensidad trágica que muchas veces la recorren. De modo tal que su “Federico, homenaje a mí mismo” expresa lo que el título surigere: que expoliado por esa bella música, manifiesta su propio espíritu sobrecogido ante tamaña exposición de sensibilidad poética. Ricardo Sánchez
Copyright © 2006 Editorial Fundamento S.A. - Todos los derechos reservados.
teatro-crÍtica / “federico, homenaje a mÍ mismo”
Bendita música
El actor Sebastián Richard revisita fragmentos de la obra de García Lorca con una vibración acorde con esa sonoridad incomparable
La obra poética de Federico García Lorca tiene la particularidad, acaso única en lengua española, de convertir el lenguaje metafórico profundo del que se nutre, en una fuente de musicalidad incomparable. Las palabras, en el poeta granadino, no sólo son un vehículo poderoso y original poblado de símiles y metáforas de altísima calidad estética, de notable poder lírico y dramático, sino que además adquieren la categoría de notas musicales. Parecen, las palabras según Lorca, como las aguas de un río voluptuoso, que anuncia el peligro inquietante con su murmullo, y a la vez fascina con la promesa de una aventura imposible de soslayar. Poblada de efectos coloristas, la poesía lorquiana sobrevive en sus obras teatrales y de sus charlas y conferencias, bien se entiende en esta pieza que las incluye: y tiene el mismo efecto sensorial de las notaciones musicales. Mucho más que un formalismo forzado, ese fluir es una condición esencial que explica la intensidad con que se transmite a nivel sensitivo cuando se dice en voz alta, y cuando se las dice como el actor protagonista. Richard retoma, dicho por él, el sendero abierto por Alfredo Alcón cuando hizo “Los caminos de Federico” y, despejado aquel recuerdo entre quienes disfrutaron de tamaña interpretación, hace sonar delicadamente su instrumento. El vibrato lorquiano, inconfundible, resuena con intensidad, ondulando elegante en la superficie y anunciando a la vez las secretas turbulencias que solo un espíritu exquisito puede traducir tan bellamente. Richard no le va en zaga: la tensión corporal y los matices de la voz, hacen emerger y desbordan de esa musicalidad de extraña transparencia, más allá de la intensidad trágica que muchas veces la recorren. De modo tal que su “Federico, homenaje a mí mismo” expresa lo que el título surigere: que expoliado por esa bella música, manifiesta su propio espíritu sobrecogido ante tamaña exposición de sensibilidad poética. Ricardo Sánchez
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