viernes, 25 de abril de 2014

FEDERICO GARCIA VIENE A NACER, DE RODOLFO BRACELI

estreno miércoles 30 de abril, 21 hs. Buenos Aires 472, Villa Maria


Soberana Loca: Roxana Sella
Lorca: Sebastian Richard
Mujer: Laura Belen Gomez

Voz en off: Alejandro Miranda Raposo

Dirección: Sebastian Richard
Asistencia técnica: Sebastian Giordano
y Mariano Mariano Martinez Saco
Diseño grafico: María Luz Castisani
Fotografía: Hugo Gaido


Esto no es teatro. Esto no es el pan horneado. Ni es la harina, ni es la espiga. En todo caso, esto que hacemos y ofrecemos es la espiga ya harina, es la harina en trance de hacerse pan. Esto es gestación a la vista. Esto es atisbo. Por ahora, levedad. La levedad, el atisbo en gestación, no es un descompromiso. Es una provocación que nos damos, y que damos. Al provocarnos estamos expuestos a todo. Estar expuesto a todo significa ponerse a disposición de lo que está en el aire. En el aire de la tierra, por supuesto.
No, de ninguna manera está dicha la última palabra. Porque la muerte no es perfecta: no puede con las criaturas. Basta de regodeo con el luto. Basta de ofender a nuestros muertos con la perpetua lágrima y el moco. Basta de hacer de cuenta que a nuestros asesinados los han matado. Después del imprescindible llanto viene el soberano deber: hacer lo nuestro. Lo nuestro es hacer la revolución: y nuestra revolución es hacer la Resurrección, desdecir la muerte contra natura. Es sembrar, colaborar con el sol, parir y reparir. Lo nuestro es hacer, cada día esa Resurrección. Porque sin andar resucitando la Vida no tiene sentido. Ni la muerte tampoco. Dicho esto sin metáfora.



Palabras de MIGUEL ÁNGEL SOLÁ


(El protagonista de FEDERICO GARCIA VIENE A NACER cuando fue estrenada, en 1986)
Si "Federico García viene a nacer" significa algo para alguien, ese alguien porta mi nombre en el documento. En 1986 llevaba seis años sin saber de las tablas, por culpa de una dolencia cervical que aún hoy persiste. Tenía miedo de volver. Tenía pudor de subirme a ellas disminuido físicamente, y bajarme de ellas moralmente avergonzado. Creía no poder. En ese tiempo "raro" llegó a mi vida Rodolfo Braceli, con su timidez y toda su empecinada letrigrafía a cuestas, queriendo devolver la sangre a su cauce.Este hombre -intenso, bueno, obstinado, vitalmente herido de poesía, este homenajeador del humano sentir, del humano hacer, del humano respirar boca a boca, este ayudador de la memoria, este mendocino aconsejable para mayores de un año y menores de ciento quince, este hombre útil al hombre- llegó con su pan bajo el brazo.Y me pidió más que lo que yo creía poder en ese momento: que reviviera como su Federico.No es sencillo agradecimiento. Es la misma fe que él deposita en la condición humana cuando la invita a no creerse este festín de sólo muerte que nos deparan los que se asustan con la vida y la deshacen. Hoy la re entrega es en La Salamandra, de Villa María, de la hermosa Córdoba. El buen panadero ayuda a que otros mejoren su sabio oficio aportando levaduras propias y temperaturas que hacen del pan y el horno de cada día la más bella aventura."Federico García viene a nacer", viene a nacer. ¡Alzar las copas! ¡Abrir los corazones! Este nuevo bebé ya probó haber sido hombre entre hombres. Vale la pena festejar el sueño de su autor, ese que nos restituye lo que nuestro es.¡Qué suerte tienen ustedes! A veces suceden cosas que casi nunca suceden.A disfrutar. A sanarse. A ser otra vez poesía. O sea: Amor.”Miguel Ángel Solá. Actor. Alguna vez: Federico.



Palabras del autor, Rodolfo Braceli

Aquel estreno con Solá. En el agosto de 1986 se estrenó en Buenos Aires “Federico García viene a nacer”. Miguel Ángel Solá encarnó a García Lorca, Titina Morales hizo la Mujer, Inda Ledesma fue la Soberana Loca y ejerció la dirección. La idea era hacer un tributo, cuatro funciones, pero la obra creció, cuajó, tuvo una inesperada repercusión crítica y de público, y se quedó meses. El memorable García Lorca encarnado por Solá nos significó la vuelta de Solá al teatro luego de un retiro de seis años. Después, el texto, trasladado al libro que editó Galerna, junto con “Violeta viene a nacer”, me significó el primer premio Municipal de teatro de Buenos Aires, del bienio 1990-1991.
Esto qué es. Repito lo que dije en 1986. “Federico García Viene a nacer” no es teatro en el sentido ortodoxo. Tampoco es un collage de textos y de poesías entrelazadas. Es una ceremonia de resurrección, la de García Lorca. No es teatro consumado, no es el pan horneado, no es tampoco la espiga en su sitio. Esto vendría a ser la espiga ya harina, la harina en trance de hacerse pan. Este texto es gestación a la vista, es el levemovimiento de la palabraquieta. Es la palabra en tránsito, desde el papel al aire del espacio teatral.
La resurrección. En “Federico García...” propongo la idea de que la resurrección es posible, y es cosa nuestra. Porque nosotros, más allá de los templos, contamos a favor el perpetuo milagro del verbo. Porque la muerte no es perfecta. La muerte no puede con las criaturas en estado de poesía. No basta con asesinar para matar, ni basta con morir para morir. García Lorca fue asesinado pero no pudo ser matado. Y esto vale para él y vale para los miles que aquí fueron borrados del mapa.
Después del llanto viene la memoria. La memoria no es retroceso, semilla el futuro.
Lo nuestro es hacer la revolución. Y nuestra revolución es hacer la resurrección. Sin metáfora. Creo que la resurrección es la forma más jugada y extrema de la utopía. Si es que nacimos lo menos que podemos hacer es resucitar.
Algunos, los que ya sabemos, se conceden el derecho de matar. Nosotros nos concedemos el derecho de resucitar, y sin pedir permiso. Todas las veces que haga falta.








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